Muchas dudas dejó la primera conferencia médica sobre el estado de salud del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, tras haber sido ingresado en la tarde de ayer al hospital militar Walter Reed por contraer coronavirus.
Su médico personal Sean Conley, dijo el sábado por la mañana ante la prensa que Trump se encontraba «muy bien» y «actualmente» no estaba recibiendo oxígeno y tampoco tenía fiebre.
Información contradictoria
Sin embargo, cuando el doctor dijo que el diagnóstico del presidente llevaba «72 horas», contradijo la información previamente difundida por la Casa Blanca y el propio Trump, quienes informaron de su enfermedad el viernes por la madrugada.
Acompañado de otros ocho doctores, Conley dijo que todo su equipo se encontraba «extremadamente feliz» con el progreso de la salud de Trump, destacando que su presión sanguínea y actividad cardiovascular eran normales.
Pero contrario a este diagnóstico optimista, medios como AP y el New York Times publicaron dichos de fuentes anónimas cercanas al presidente -que varios han atribuido a su jefe de gabinete, Mark Meadows- asegurando que sus signos vitales en las últimas 24 horas son «muy preocupantes» y que las próximas 48 horas serán criticas para saber cómo evolucionará la enfermedad.
