POR:Oscar Pech
«Empecé a trabajar como maestro hace aproximadamente 38 años. Toda una vida dedicada a la docencia.
He sido profesor en primaria, secundaria, preparatoria, licenciatura y posgrado. Insisto: toda una vida siendo docente. Y desde ahí, con esa experiencia, me asiste la autoridad moral para hablar de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Para quienes no la conocen, la CNTE es una organización sindical con fuerte presencia en estados como Chiapas, Oaxaca y Guerrero, y en este sexenio, curiosamente también en Zacatecas —sí, el estado de Ricardo Monreal.
¿Coincidencia? No lo creo. Es fuego amigo. Y está relacionado con la elección del próximo 2 de junio.
1. Una causa justa, desvirtuada
El pasado 15 de mayo, Claudia Sheinbaum, virtual presidenta electa, anunció un aumento del 9% al salario de los maestros, además de una semana más de vacaciones.
¿Algún otro gremio ha recibido algo similar en los últimos sexenios? No. Ni médicos, ni mecánicos, ni sobrecargos, ni abogados.
Aun así, la CNTE exige un inverosímil aumento del 100% en sus salarios. Hablando en serio, y como docente con casi cuatro décadas de experiencia, me pregunto:
¿Se lo merecen?
¿Su desempeño está a la altura de esa demanda?
Honestamente: no.
2. Resistencia a evaluaciones educativas
La CNTE se opuso tajantemente a la Reforma Educativa de 2013, que, más que educativa, era laboral. Y en su momento, tanto la sociedad como el movimiento obradorista respaldaron esa resistencia.
Se les apoyó, incluso con sus deficiencias, falta de rendición de cuentas y bajos estándares. Y ahora, sin represión y con voluntad de diálogo por parte del gobierno, responden con violencia.
¿De verdad creen que eso los dejará bien ante el juicio del pueblo mexicano?
3. Vinculación con intereses políticos
A la CNTE se le acusa de mantener privilegios sindicales como plazas automáticas y hereditarias, más que de buscar mejoras reales en la educación.
También se les vincula con grupos políticos que usan sus movilizaciones con fines partidistas. Hoy, su alineación con figuras como Ricardo Monreal y partidos como MC o el PRIAN resulta evidente.
4. Falta de propuestas claras
Rechazan reformas, pero rara vez presentan propuestas viables para mejorar el sistema educativo. Eso les resta legitimidad y genera desconfianza.
5. Violencia y confrontación
Lo ocurrido esta mañana en el Zócalo de la Ciudad de México fue inaceptable. Supuestos maestros atacando a periodistas —no a “chayoteros”, sino a reporteros que estaban cubriendo su protesta y defendiendo su derecho a expresarse.
No quieren diálogo. Quieren imponer su voluntad con violencia. Alimentan la narrativa de un país sin gobernabilidad, al servicio de los intereses del PAN y sus aliados.
Y pregunto:
¿Quién, teniendo una mesa de negociación pactada, elige provocar disturbios?
¿Quién, ante la oportunidad de dialogar, decide boicotear ese diálogo?
La CNTE nació como un movimiento legítimo en defensa de los derechos docentes. Pero hoy, más que un sindicato, se comporta como un grupo de presión al servicio de la oposición, priorizando intereses políticos sobre el bienestar educativo.
Sus acciones ya no representan una lucha justa, sino una resistencia al cambio. Y si no rectifican pronto, lo lamentarán ellos mismos.
Dicen que hoy hay una huelga nacional. Yo reto a que muestren un solo estado donde verdaderamente haya sido efectiva.